Julieta Silva vuelve a estar en el centro de una polémica judicial, esta vez acusada de agredir a su actual esposo, Lucas Giménez, en su domicilio de San Rafael, Mendoza. A siete años del caso que la condenó por la muerte de su entonces pareja Genaro Fortunato, Silva enfrenta una nueva causa por presunta violencia doméstica. En declaraciones a Mediodía Noticias, la mujer de 34 años minimizó lo ocurrido: “Fue una discusión. Está pesando mi nombre”, afirmó, mientras acomodaba la tobillera electrónica que debe portar por disposición judicial. Además, se le impuso una orden de restricción de contacto con Giménez, quien, según el parte policial fue hallado refugiado en el baño, con marcas visibles de golpes. Sin embargo, el caso dio un giro inesperado: Silva también presentó una denuncia contra su pareja, alegando haber sido víctima de violencia de género. La Unidad Fiscal especializada en estos delitos investiga ambas versiones de los hechos ocurridos el jueves por la noche. El caso despertó reacciones inmediatas en redes sociales, donde muchos recordaron el trágico episodio de 2017. En aquel entonces, Silva atropelló a Fortunato tras una discusión y fue condenada por homicidio culposo. Cumplió su pena bajo prisión domiciliaria, que continúa vigente. Ahora, la fiscalía mendocina se enfrenta a un escenario complejo: analizar los hechos recientes sin dejarse influenciar por los antecedentes de la imputada. Silva, mientras tanto, permanece en su casa junto a su madre y su hija menor, a la espera de que la situación se resuelva. “Con el tiempo se va a arreglar”, expresó. Expertos en violencia de género destacan la necesidad de evitar juicios anticipados. “Cuando hay antecedentes, es fácil etiquetar, pero cada caso debe evaluarse por sus propios méritos”, remarcó la abogada María Soledad Díaz, especialista en derecho de familia. La próxima audiencia, prevista para el 5 de agosto, será clave para determinar si la Justicia considera este episodio un nuevo hecho de violencia o una discusión amplificada por el peso del nombre Julieta Silva, que aún resuena en la memoria colectiva de San Rafael.