La visita de los técnicos del Fondo Monetario Internacional a Buenos Aires, en el marco de una extensa ronda de reuniones con el equipo económico para revisar las primeras metas del acuerdo vigente, coincidió con el resurgimiento del debate sobre el nivel del tipo de cambio real y la creciente salida de divisas por turismo. Este último dato generó preocupación tras la publicación del reciente informe de la balanza de pagos externas elaborado por el Indec, que expuso un deterioro en las cuentas externas durante el primer trimestre. Como contexto, el déficit de cuenta corriente registrado en el primer trimestre del año fue casi el doble de lo que el staff del FMI proyectaba para todo el 2025. A su vez, la proyección oficial sobre el desequilibrio externo quintuplica las estimaciones realizadas por Washington. Con estos datos sobre la mesa, volvió a ponerse bajo escrutinio la sostenibilidad del actual esquema cambiario, incluso en un marco de superávit fiscal sostenido y disciplina monetaria. El equipo económico defendió la vigencia del régimen de flotación cambiaria y aseguró que no hubo intervención directa sobre la cotización oficial en el mercado de contado. Sin embargo, en mayo el Banco Central operó contratos de dólar futuro por un monto cercano a los USD 1.500 millones. Para varios analistas del mercado, esta estrategia fue una señal clara de que el Gobierno busca preservar la pax cambiaria, incluso sin tocar el dólar spot. El Gobierno sostiene que ni el déficit de cuenta corriente ni el ritmo de acumulación de reservas representan una amenaza para la consistencia del programa económico. En cuanto al resultado externo, considera que un déficit moderado es coherente con una economía que comienza a recuperar dinamismo tras un proceso de estabilización fiscal. Desde el Gobierno destacan que, a pesar de haber recibido desembolsos del Fondo Monetario Internacional, no se utilizaron esas divisas para intervenir en el mercado oficial. Por el contrario, se logró sumar recursos adicionales a través de préstamos Repo y colocaciones de deuda en moneda local, como los Bonte. Sin embargo, la posición de reservas netas del Banco Central volvió a deteriorarse. Hacia fines de junio, se estimó que las reservas netas descontados los pasivos con organismos y bancos, cayeron a un nivel inferior a los USD 2.300 millones negativos, frente al piso negativo de USD 1.700 millones registrado a fines de mayo. Este retroceso coincidió con el final del pico de liquidación del agro y con un incremento en los pagos de deuda en moneda extranjera, tanto del Tesoro como del propio BCRA.