Las petroleras que operan en Argentina están evaluando un aumento del 5% en los precios de los combustibles en los próximos días, como consecuencia directa de la escalada del conflicto en Medio Oriente y su repercusión en el valor internacional del petróleo. Este ajuste, que afectaría tanto a naftas como a gasoil, se da en un contexto económico delicado, donde el Gobierno enfrenta el desafío de contener la inflación y reducir el déficit fiscal. El reciente intercambio de ataques entre Israel e Irán generó incertidumbre en los mercados energéticos, revirtiendo la tendencia a la baja que el crudo venía mostrando desde principios de año. Los futuros del Brent superaron los 78 dólares por barril (su mayor salto intradiario desde la invasión rusa a Ucrania en 2022) aunque luego se estabilizaron cerca de los 74,95 dólares. Este incremento obliga a las compañías a trasladar los mayores costos a las estaciones de servicio. Según fuentes del sector, el ajuste rondaría el 5%, un porcentaje aún en evaluación pero que se considera "inevitable" si el precio del barril se mantiene elevado. Impacto local: inflación y presión fiscal El aumento en los combustibles no solo incrementará los precios en las estaciones, sino que también impactará en la cadena de costos internos, desde el transporte hasta los productos de consumo masivo. Esto representa un desafío para el plan económico del Gobierno, que intenta reducir el déficit sin recortar subsidios esenciales. Por otro lado, esta situación podría favorecer a empresas como YPF, cuya rentabilidad mejora con la suba del crudo, aunque al mismo tiempo complicaría el control de la inflación, uno de los principales objetivos de la administración de Javier Milei. Ante la posible suba, algunas estaciones de servicio están ofreciendo descuentos con medios de pago digitales, como las promociones del Banco Nación y MODO, que permiten ahorros de hasta $50.000 por carga. Sin embargo, estas medidas paliativas no alcanzarán para compensar completamente el impacto del aumento.