Jueves 07.11.2024
Actualizado hace 10min.

Habló la familia del argentino que murió de viruela del mono en México: “Pensamos que lo peor ya había pasado”

La salud de Santiago Molina se había deteriorado en los últimos días. Tenía 28 años y estaba internado en Playa del Carmen.

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“Si vives, sueñas; si sueñas, vuelas”, era una frase que identificaba a Santiago Molina, el cordobés que murió de viruela del mono en México. La había fijado en su perfil de redes sociales y fue su impulso para emigrar hace un año a Playa del Carmen.

“Era feliz. Se había ido en busca de un cambio de vida. Le encantaba vivir allá. Estamos destruidos”, cuenta Eugenia Follin, su tía, a TN.

El joven de 28 años llevaba un mes y medio internado en el Hospital General de Playa del Carmen, donde ingresó con los síntomas iniciales de la enfermedad: la primera señal fueron las típicas ampollas en la cara, manos y zona pélvica.

“Comenzó con unos granitos, como si fueran picaduras de mosquito. Después empezó a tener muchos días de fiebre alta. Se descomponía y esas manchitas se le llenaban de líquido y luego se le reventaban”, describió la mujer.

Horas después de su ingreso al centro de salud, Santiago tuvo un primer (y definitivo) diagnóstico: había contraído viruela sísmica, Mpox o viruela del mono, como se conoce a la temible enfermedad originada décadas atrás en la República Democrática del Congo.

La familia, desde entonces, comenzó a pivotear entre la preocupación y la incertidumbre. La alta carga viral que distingue a la enfermedad y la particularidad de que Santiago estuviera en un hospital a más de 6000 kilómetros de La Calera, Córdoba -su ciudad de origen y donde vive la mayoría de sus seres queridos-, fueron obstáculos adicionales a su cuadro.

Rocío -una de sus hermanas- vive en Chihuahua, en el noroeste de México. Cuando supo que Santiago se había contagiado, renunció a su trabajo y se tomó el primer avión a Playa del Carmen. Al llegar, se encontró con que no le permitían visitarlo debido al riesgo de contagio.

“Santiago no podía recibir gente. Al principio, mi sobrina iba, le daban el parte y no mucho más. Pero él sabía que estaba acompañado y en el hospital tenían a un familiar para contarles las novedades”, menciona Eugenia.

La enfermedad atacó al sistema respiratorio de Santiago, que usaba permanentemente una mascarilla de oxígeno, incluso cuando las ampollas desaparecieron, la carga viral disminuyó y lo trasladaron momentáneamente a una sala de cuidados intermedios.

Entre colectas solidarias para costear las tomografías y otros estudios clínicos que Santiago debía realizarse, la familia se abrazó a la esperanza de que experimentara una recuperación. ”Tuvo una mejoría y pensamos que lo peor ya había pasado”, acota la tía.

Sin embargo, y al ser un paciente con comorbilidades, el cuadro empeoró con el correr de los días. Santiago sufrió una fisura en el pulmón izquierdo y, en adelante, su salud se deterioró: “El jueves pasado -cuenta Eugenia- tuvimos una comunicación con mi sobrina. Él estaba bastante mal del pulmón. Se broncoaspiró y lo pasaron a terapia intensiva”.

Santiago fue intubado y las esperanzas de vida comenzaron a desvanecerse. Hasta que el domingo 1°, a las 20, sufrió un paro cardiorrespiratorio y murió. “La fisura que se le había originado por la viruela era muy grave y fue lo que le provocó la muerte”, precisa la mujer.

Nadie pudo identificar con certeza cómo se produjo el contagio, aunque la principal hipótesis es que pudo haber compartido un vaso con una persona que portaba la enfermedad.

“Él contó que estuvo en una reunión y que tomó de un vaso, pero no tenía del todo claro si se había contagiado ahí”, concluye Eugenia, y confirma que la decisión de la familia, debido a que no puede costear la expatriación del cuerpo, es incinerar los restos de Santiago en México y recién entonces traer sus cenizas a la Argentina.