Viernes 26.04.2024
Actualizado hace 10min.

Horror en un geriátrico de Rawson: mantienen atados a ancianos en sillas y camas

Una ex empleada dio a conocer las irregularidades en el edificio.

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Una mujer denunció graves destratos a los que son sometidos varios adultos mayores que viven en un geriátrico de Rawson, ubicado en calles Ezpeleta y Roque. 

Los abuelos son atados a las sillas todo el tiempo. Celeste Molina, una ex empleada del lugar, dio a conocer la indignante situación. Comentó que comenzó a trabajar, pero cuando vio las condiciones en las que trataban a las empleadas y a los ancianos decidió alejarse de ese empleo. "Me fui porque no me iba a prestar a eso", dijo. 

Según su relato, estuvo dos días de prueba en el lugar, que no le abonaron, de 20 a 8. Apenas inició el turno comenzó a notar algunos tratos que le llamaron la atención. Lo primero que vio fue que a las 20.30, el horario de la cena, les dieron raciones muy pequeñas de comida a los 19 abuelos y abuelas que hay en el lugar. "Algunos seguían con hambre, se querían repetir y no los dejaban", comentó.

Al acercarse a ellos para brindarles la comida notó que la mayoría estaban atados a las sillas, mientras que, lo mismo pasaba cuando se acostaban.

"En la silla los tienen atados de la cintura, cuando se acuestan los atan a la cama desde las muñecas y les ponen sus propias medias debajo de las cintas para que no se les hagan marcas", denunció Molina.

Además, a pesar de las bajas temperaturas que hubo en los últimos días, el abrigo que tienen en la cama es muy poco y pasan frío. Según Molina, sólo tienen una sábana y un cubrecamas de verano.

Al estar atados la mayor parte del tiempo no se pueden mover ni ir al baño, por lo que los tienen con pañales. "A veces se hacen de cuerpo hasta la cabeza y sólo los higienizan con agua", contó la mujer.

También, denunció que el establecimiento sólo lo limpian con agua y no utilizan ningún tipo de desinfectante, ni siquiera para los baños o la cocina.

"Fui dos veces y no me quedé por el maltrato que había, por cómo los trataban, los abuelos me pedían que me quedara, me decían que todas las que trabajaban ahí eran unas brujas", cerró Celeste Molina.