El clima de violencia que se vivió en los últimos días en Avellaneda expuso la crisis institucional y deportiva que atraviesa Independiente. Por ello, el plantel del Rojo debió concentrar en el predio que la AFA posee en Ezeiza y mudar su localía a la cancha de Platense para afrontar su compromiso ante Atlético Tucumán a puertas cerradas. Pero en el estadio Ciudad de Vicente López no hubo paz. Antes del primer minuto de juego, Augusto Lotti capitalizó una notable acción colectiva y puso al Decano en ventaja. Como si se tratara de una ironía del destino, el conjunto de Claudio Graf sufría un nuevo revés por parte del delantero con pasado en Racing. Si bien el elenco bonaerense demostró algunas respuestas en la ofensiva, la fortuna no estaba de su lado. Un remate cruzado de Gabriel Hachen que dejó fuera de escena a Carlos Lampe pudo derivar en el empate, pero el palo le ahogó el grito al Diablo. El único aspecto positivo para Independiente en la primera etapa fue la intervención de VAR para modificar una expulsión de Sergio Barreto por una amonestación. Como lo explicó el ex árbitro Miguel Scime, las faltas se miden por la acción y las consecuencias. En el caso de lo sucedido en la casa del Calamar, la infracción fue reconsiderada debido al punto de contacto. Sin dudas, la inferioridad numérica hubiera expuesto las limitaciones de un equipo sin ideas. En el complemento el Rojo hizo los méritos para evitar la derrota. Con mucha gente en el área rival, los de Graf arrinconaron al Decano contra el arco de Lampe y la única explicación para argumentar el resultado se basó en el sacrificio del combinado norteño. La resistencia propuesta por Lucas Pusineri fue la clave de Atlético Tucumán que se llevó 3 puntos de Vicente López y se trepó a la punta de la Liga Profesional. Para los de Avellaneda, en cambio, el panorama no mejora y su futuro es cada vez más oscuro. Fuente: Infobae