Miércoles 17.04.2024
Actualizado hace 10min.

Cristina Kirchner proyecta su “jugada inteligente” para 2023

Lanzó la ofensiva a cara descubierta contra Fernández y en su entorno se entusiasman con que sea candidata presidencial; en la Casa Rosada insisten en que no van a cede

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Hay una frase que le han oído decir a Cristina Kirchner en charlas terapéuticas en las que procesa el destino errático de su experimento con Alberto Fernández: “Se puede ganar o perder elecciones, pero lo que nunca podés perder es la identidad política. Si perdemos las dos, desaparecemos”.

La idea tiñe de un carácter épico la rebelión institucional que le plantea al Presidente. Ella se percibe en una cruzada por la supervivencia en la que el obstáculo es un dirigente sin poder propio que decidió apartarse del rumbo que le habían trazado y que, encima, no consigue los resultados que prometía. Ideología y pragmatismo operan como sinónimos desde el inicio de la dinastía Kirchner.

La disertación en el Chaco con la excusa de recibir una distinción académica que se hizo otorgar transparentó unos objetivos inmediatos de la vicepresidenta. Quiere torcer el rumbo económico desde adentro, sacar a los infieles -con Martín Guzmán Matías Kulfas a la cabeza- y reponer una línea identitaria, asociada a la distribución como mandamiento principal. El acuerdo con el FMI, disparador final de la crisis interna, exige una revisión desde cero.

 

Pero el tono y la argumentación empleada para vapulear a Fernández reforzó también la sospecha creciente entre dirigentes del peronismo de que la dinámica de este “debate de ideas” en el oficialismo llevará a Cristina a presentarse como candidata a presidenta en 2023. La repetición de esa hipótesis en boca de algunos dirigentes muy afines a ella, como Leopoldo MoreauHebe de Bonafini y el sindicalista Walter Correa, no parece una coincidencia.

Aunque no pase aún de un operativo clamor de baja intensidad, la sola mención potencial de una candidatura actúa como una amenaza para el Presidente. En la lógica que trazó Cristina, solo un regreso a la orientación originaria permitiría devolver la legitimidad al gobierno del Frente de Todos. Si Fernández se niega, le espera un asedio político de alta intensidad, que incluirá con seguridad el armado de una alternativa electoral. En cualquier caso la urgencia consiste en despegarse del fracaso que ya precipitó la derrota de 2021.

Cristina no pidió cabezas. Esa tarea la tiene delegada Andrés Larroque, a quien apenas se permitió corregir en un detalle cuando dijo que ella no había sido “generosa” sino “inteligente” cuando puso a Fernández al frente del ticket electoral de 2019. La generosidad, aclaró, vino después cuando le dejó armar al presidente electo el gabinete económico.

Tres años atrás, ella juzgó que la opción Alberto abría la puerta a un triunfo. Ahora, traducen en su entorno, “lo inteligente” sería pegar un volantazo en la política económica. Si se lo impiden, la batalla será por la identidad. Que es diversa, a juzgar por el discurso del viernes, en el que repartió elogios al partido único en China y ponderó a párrafo seguido la Constitución de Alberdi.

Aunque no pueda ganar, no sería un consuelo menor ocupar el lugar dominante de una oposición peronista. ¿Quién mejor que ella, entonces, para ofrecer pureza K? El argumento de quienes descartan que ella se postule es que una derrota la dejaría sin fueros, a diferencia de la garantía que implicaría una candidatura a senadora. El misterio es una herramienta recurrente en su carrera.

 

Fuente: LA NACIÓN