Con el arranque de la campaña de vacunación contra el coronavirus, por estos días muchas personas se hacen la misma pregunta: “¿Puedo dejar de usar el barbijo después de recibir la vacuna contra el Covid-19?” La respuesta es “no”, por un par de razones. Los especialistas anticipan que el tapabocas y el distanciamiento social se seguirán recomendando durante un tiempo, incluso después de que la población haya recibido el fármaco. Las medidas sanitarias dispuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la implementación en los respectivos países siguen siendo normativa para quienes se aplicaron las vacunas utilizadas hasta el momento. La mascarilla, la distancia social y las normas de higiene personal rigen a pesar de haber sido vacunados. Noticia relacionada: 1.235 sanjuaninos ya tiene la vacuna contra el coronavirus   El efecto de las vacunas generalmente no es inmediato y se daría de manera completa tras la segunda inoculación. Se espera que el paciente que recibe la vacuna obtenga cierto nivel de protección al virus en las semanas siguientes a la primera inyección. Pero es posible que la protección completa no se obtenga hasta un par de semanas después de la segunda dosis. Para el doctor Eduardo López, hasta que no se compruebe que las vacunas evitan la colonización del virus, es decir, hasta que protejan de la enfermedad, no es correcto dejar de usar barbijos. Tampoco se sabe aún si las vacunas protegen a las personas de la infección por completo o solo eliminan los síntomas. Eso significa que las personas vacunadas aún podrían infectarse y transmitir el virus de forma asintomática, aunque probablemente sería más baja la probabilidad de contagio, de acuerdo a Deborah Fuller, experta en vacunas de la Universidad de Washington. Noticia relacionada: Tras el primer día de vacunación Alejandra Venerando se reunió con los equipos sanitarios   En la Argentina, se estima que la vacunación, alcance un 50% del territorio nacional en la primera etapa. Si se vacuna a toda la población de adultos mayores, habrá una disminución en los porcentajes de mortalidad y, por ende, de internaciones que requieran ser atendidas en servicios de terapia intensiva del sistema sanitario. En el país, el 84% de estas muertes se producen en personas mayores de 60 años.