Viernes 19.04.2024
Actualizado hace 10min.

Se cumple un mes de la aparición de Benjamín Sánchez

El nene de cinco años había desaparecido el domingo 17 de marzo en el departamento Albardón y fue encontrado por baqueanos la jornada siguiente.

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Benjamín Sánchez (5) tuvo en vilo por 24 horas a todo San Juan y parte del país, preocupados por un pequeño perdido en el monte. Desapareció, sin dejar rastros, en una típica mateada de domingo en una zona turística.

El nene escapó corriendo, casi como un juego, entre los arbustos espinosos y el suelo arenoso de un río seco en el paraje agreste de El Salado, en Albardón, a media hora de la capital sanjuanina. Recorrió 21 kilómetros, entre el atardecer y la noche.

Durante esas horas, salieron 1.300 socorristas y voluntarios a buscarlo, incluido el helicóptero provincial. Fue hallado a la tarde siguiente, pasadas las 16, del 18 de febrero y celebrado como una verdadera hazaña. Dos gauchos a caballo y un grupo de motoqueros enduristas, siguieron las huellas frescas de la pisada de un nene.

Ampliaron el territorio de búsqueda que había establecido en una primera etapa Defensa Civil y siguieron rumbo a la salina. A los pocos kilómetros descubrieron a Benjamín, sentado sobre una piedra, junto a un árbol.

Estaba consciente y apenas deshidratado. Lo primero que hizo cuando el baqueano Peco Elizondo lo encontró, fue pedirle agua.

Al nene lo buscaban a 8 kilómetros a la redonda. El personal de rescate y los investigadores policiales sostenían que un chico tan pequeño no podía haberse alejado tanto por sus propios medios en terreno difícil de andar. Pero su mamá sabía que era capaz de caminar muchas horas: “Es muy inquieto y osado”, describe Andrea.

Y cuenta que Benja se perdió este verano en la playa de Mar del Plata y que, también, corrió en medio de los asistentes de la multitudinaria Fiesta del Sol en San Juan. “Esas veces, lo atrapamos a tiempo”, recuerda la mamá.

La odisea familiar comenzó el domingo 17 de febrero, cerca de las 18. Benjamín jugaba con otros chicos, mientras su mamá y su hermana menor, Paz (13), tomaban mate con amigos en Albardón, un campo rodeado de montes, desniveles y suelos pedregosos que sirvieron de escenario para las carreras del Dakar.

En un descuido de Andrea, el nene se alejó corriendo. Ella lo siguió y lo oyó reírse, pero no podía verlo porque estaba escondido entre la maleza. Su hermana y los otros amigos se sumaron a la búsqueda, pero nadie lo halló.

Con detalle, Benja cuenta cómo se perdió: “Mi mamá me estaba persiguiendo y empecé a correr. Al principio la escuchaba, pero después me perdí. Me apoyé en una piedra, la empecé a llamar, pero no me escuchaba”.

Fue entonces cuando se desorientó y extravió: “Caminaba hacia una luz que estaba muy lejos, en los árboles, a donde estaba mi mamá”. Esa caminata se extendió por toda la noche. Tuvo sed, hambre y soportó temperaturas extremas, más de 30 grados en el día a pleno sol y cero grado durante la noche.

Benjamín le contó a su mamá que bebió agua de un arroyo, pero que “estaba sucia” y que trató de comer unas “plantitas” que no le gustaron.

Andrea, en cambio, ha ido elaborando otra teoría de los que pasó, en base al relato de otros testigos y al operativo de búsqueda: “Benja corrió para un lado y nosotros salimos a buscarlo para otro. Hay una línea de 3 kilómetros de árboles altos, algarrobos, por donde creo se fue. Siguió caminando hasta pasar un monte y después se internó en la salina, que es puro desierto. Lo buscábamos en el lugar equivocado”.

El nene iba vestido con una remera azul, un jogging largo y zapatillas. No llevaba agua, ni comida. En las casi 24 horas que estuvo perdido, casi no durmió: “Contó que se enterraba en el barro, que intentó dormir pero que la piedra tiritaba, se movía sin parar”, dice su mamá y piensa que el que tiritaba de frío sobre la piedra era Benja.

A medida que pasaban las horas y cuando las tareas de búsqueda no daban resultados, la mamá confiesa que pensó lo peor: “Sentís que ya no hay razón para seguir viviendo. Pensás que tu hijo podía haber sufrido un shock multiorgánico, que ya no lo vas a encontrar con vida, pero a la vez me decía, no podés perder la esperanza”.

Entonces repara que tuvo que declarar ante los investigadores y que sabe que, en estos casos, el círculo íntimo de los chicos también es sospechoso. “Siempre me trataron con respeto, pero nuestro auto fue requisado y tuve que responder hasta con quién y en qué asiento viajábamos cada uno de los que fuimos con Benja esa tarde".

El rescate del pequeño, cerca de las 16.30 del lunes 18 de febrero, refiere una secuencia cinematográfica. El nene de 5 años estaba a 21 kilómetros de donde lo vieron por última vez. Había caminado entre la maleza y los arbustos, en una zona en donde hay pumas, arañas, víboras, alacranes y otros animales de zonas desérticas.

“Apareció, está vivo”, gritaban los voluntarios. Andrea estaba rezando, vio un tumulto y salió corriendo. Lloró de emoción, todos la abrazaban. Benjamín fue trasladado en el helicóptero de la gobernación de San Juan al hospital Rawson. “No quería subir, tenía miedo a volar”, dice su mamá.

Los rescatistas se sorprenden aún de la cantidad de kilómetros que deambuló Benjamín, sin agua y ni siquiera una gorra para protegerse del sol. “Apenas tiene unos raspones y picaduras, de a poco fue contando cómo se perdió”, dice su mamá.

Recuerda que la primera noche fue cuando más habló: “Con la imaginación de un niño pequeño cuenta que había hormigas buenas y malas. Y que, durante la noche, le hablaron las buenas y le dijeron que se resguardara debajo de un árbol”. Benja, agrega: “Llamaba a mi mamá, pero ella no me escuchaba porque estaba muy lejos. Me dolía la panza cuando estaba durmiendo en el piso”.

A su hermana le contó que "el viejo de la bolsa no era tan malo", en una interpretación de los retos que le daba su mamá con intención de atemorizarlo, si no se portaba bien. Ese dicho del nene es ahora, en el imaginario popular y muy devoto de los sanjuaninos, el indicio de que "el viejo de la bolsa pudo ser el cura Brochero", el santo cordobés que es venerado en una capilla, cerca del sitio donde desapareció Benjamín.

Más allá del final feliz, la vuelta a casa no fue fácil. La mamá recuerda que la primera noche, el nene no quería despegarse de ella. “Yo quería que estuviera solito en la cama por una cuestión de comodidad, ya que la noche anterior no había dormido nada, pero él quería que nos acostáramos juntos y descansamos abrazados”.

Benja tenía miedo a la oscuridad y casi nadie durmió en casa por una semana. Me preguntaba varias veces ¿te fuiste a dormir al departamento o me estuviste buscando?‘, recuerda Andrea. Tampoco quería recibir visitas. “Pedía quedarse en casa, cerca mío”, describe la mamá.

A un mes de su travesura, Benja es el centro de atención de su casa. Por muchos años más, será el regalón de sus hermanas, abuelos, primos y tíos. ¿De qué te acordás", le pregunta la mamá, y el nene responde: “¡Me dolía el corazón de tanto extrañarte".

FUENTE: Clarín