Jueves 25.04.2024
Actualizado hace 10min.

Donald Trump afronta el cara a cara con el líder de Corea del Norte obviando las violaciones de derechos humanos

El fracaso de la reunión, que se producirá en "tres o cuatro semanas" según el presidente de EE UU, daría paso a otra escalada nuclear.

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Estados Unidos ya tiene el camino libre. Terminada la histórica cumbre entre las dos Coreas, el presidente Donald Trump se apresta al crucial cara a cara con el Líder Supremo, Kim Jong-un. Una reunión en el filo de la navaja donde Washington se juega su prestigio, y el régimen de Pyongyang, su supervivencia. Prevista para principios de junio —"en las próximas tres o cuatro semana", ha dicho el propio Trump en un acto en Washington (Michigan)—, el objetivo de la Casa Blanca es lograr la desnuclearización de Corea del Norte. Para ello, Trump ha impuesto una estrategia de máxima presión, pero dejando atrás una cuestión clave: la violación de derechos humanos en un país sometido a una asfixiante tiranía hereditaria.

La democracia no es lo que importa. Ni la intervención militar en Siria buscó un sistema político más justo, ni el cerco a Pyongyang tiene como fin derrumbar a la tiranía más oscura del planeta. En el juego de Trump, prima el beneficio. Si el Líder Supremo, hijo y nieto de dictadores, ejecutor de su tío y envenenador de su medio hermano, garantiza la destrucción de todo su arsenal nuclear, el presidente de EE UU se consideraría victorioso.

“La falta de democracia en Corea del Norte no amenaza directamente a Estados Unidos. Ahora bien, que tenga armas nucleares, sí. El liderazgo es efectivo cuando prioriza y se enfrenta a las amenazas una a una”, explica Jonathan Schanzer, vicepresidente del think tank conservador Fundación para la Defensa de las Democracias.

Fuente: El País