Sabado 20.04.2024
Actualizado hace 10min.

Cómo vivir después de un abuso sexual

Los especialistas aseguran que lo más importante es sacar el rótulo de víctima y asumir la cicatriz.

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El caso de la nena de diez años que tuvo un bebé producto de una violación reavivó el debate sobre cómo tratar a los niños que sufrieron abusos para que no carguen de por vida el rótulo de víctimas pero sin ignorar las cicatrices que les dejaron esos ataques, según coinciden los especialistas consultados.

Escuchar lo que pueden contar, no apurar sus tiempos, fortalecer sus potencialidades, trabajar con la familia y sus vínculos, y, fundamentalmente, no rotularlo de por vida como una víctima, aunque sin ignorar que tiene cicatrices, son algunas de las claves del trabajo terapéutico que se realiza con niñas, niños, adolescentes e incluso adultos sobrevivientes de abuso sexual en la infancia (ASI).

"Quienes atravesaron abusos sexuales en la infancia fueron víctimas en ese momento, fueron tomadas como objeto. Nuestro trabajo es que salgan de ese lugar para que pasen a ser sujetos y por tanto, libres de elegir su propio destino; por eso luego ya no hablamos de víctimas, sino sobrevivientes", aseguró Patricia Gordon, psicóloga e integrante de EnRed, especializada en ASI y violencias.

Consultada sobre la situación de la niña de diez años de la localidad mendocina de Maipú que quedó embarazada y tuvo un bebé producto de una violación intrafamiliar, la especialista advirtió que, si bien no puede hablar del caso en particular, "siempre el primer trabajo con las niñas y niños es desculpabilizar, porque la culpa siempre es inoculada por el abusador, entonces la tarea es ubicar las cosas en su lugar e invertir el sentido de la culpabilidad".

"La tarea es escucharlos, sin emitir juicios ni sensaciones propias. Lo que puedan contar, lo que les salga, sin apurarlos habilitar lo que nosotros llamamos espacio de elaboración de esa situación traumática. Se trabaja generalmente las sensaciones de miedo, de terror y se apunta a alguna reparación psicológica", sostuvo.

En este camino, Gordon afirmó que "siempre una marca va a quedar, pero es importante trabajar con sus potencialidades y sabemos que esto es posible, porque tenemos casos emblemáticos como el de Sebastián Cuattromo o el de Rocío Girart que pudieron no sólo elaborar sus historias sino transformarlas en ayuda a los demás".

Tanto Cuattromo como Girart fueron abusados de niños y ahora son activistas por los derechos en la infancia.

En el mismo sentido, María Beatriz Müller, psicóloga y titular de la ONG Salud Activa, sostuvo que "la primera cuestión es no estigmatizar, y nuestro trabajo es que la persona pueda salir de este lugar de víctima, a pesar de las marcas que van a quedar".

"Cada historia es particular, no se puede generalizar porque ni todos salen adelante ni todos quedan hundidos, y esto depende de muchísimos factores pero nunca es una cuestión individual, sino social, del entorno. Cuando las niñas o niños son escuchados, se les cree y hay adultas o adultos protectores, sus posibilidades de salir adelante son mucho mayores", indicó Müller.

La especialista sostuvo que "cuando por el contrario sus relatos se minimizan, incluso cuando de adultos lo plantean y se les dice que es algo del pasado, o se lo intenta trabajar desde una elaboración intelectual por lo general son intervenciones que no son positivas; también es duro cuando la familia no corta el vínculo con el abusador, no lo denuncia, o lo rechaza".

"Cuando los abusos se dan en la primera infancia lo ideal es hacer una evaluación de la niña o niño y ver cómo está; si se encuentra bien, quizás conviene esperar a que crezca y ver qué surge, otros casos en los que el chico esta bien igual quiere venir a la consulta, es decir, cada uno tiene una estrategia particular, lo que seguro no hay que hacer es negarlo y pretender que el chico se olvide", sostuvo la especialista.

Además del trabajo terapéutico, las psicólogas coincidieron en la importancia de "la reparación jurídica": "Que se haga justicia, que se condene a los culpables también es importante para los sobrevivientes, no sólo por la condena en sí, sino por lo que representa en términos simbólicos y, lamentablemente, es un delito altamente impune", señaló Müller.

Según datos difundidos por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, y el ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina el año pasado en el marco de la campaña "Rompé el silencio", una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños fue abusado sexualmente, el 75% de los casos el agresor es un familiar.

"Nuestro trabajo es, en definitiva, que la persona se pueda quitar de encima algo que le fue impuesto. Los sobrevivientes de ASI son personas como cualquier otra, con una experiencia muy mala, pero que tuvieron y podrán tener experiencias felices y en eso es donde tenemos que apuntalar. El abuso no es algo individual, sino un problema social y la salida debe pensarse en colectivo", concluyó Gordon.

Fuente: Télam