Quienes viven en las inmediaciones de los aeropuertos apuntan con punteros láseres a los aviones que han iniciado el descenso en un acto absoluto de irresponsabilidad. “Es una distracción que puede producir un caos, ya que la luz puede meterse en los ojos del piloto, molestar y derivar en una mala maniobra. Si el avión está alto, no pasa nada. Pero si justo entra en la cabina cuando está aterrizando, puede ocasionar una catástrofe”, resumió el piloto Christian Tsallis. En Argentina este tipo de episodios están penados por el Código Penal (teniendo en cuenta que se pone en riesgo la seguridad de un vuelo) y apenas el piloto da reporte de la novedad, se da aviso al 911 y a la Policía Aeronáutica. Según trabajadores aeronáutico, es en Guaymallén donde con mayor frecuencia se registra el punto de procedencia de estas “bromas” -sobre todo en las inmediaciones del Shopping-, ya que es el momento del trayecto en que el avión inicia el descenso. “Hace 7 años que empezamos a tener muchos reportes sobre molestias con el láser, y hace 2 años se puso ‘de moda’. El tema es que la aproximación final es la parte más crítica del aterrizaje, y esa distracción puede desconcentrarlos”, resumió un experimentado trabajador del área de inspecciones.